lunes, 19 de marzo de 2012

BILBAO-BILBAO Cicloturista. Objetivo 115 km. finalmente.

5 y cuarto de la mañana del domingo 18 de marzo de 2012. Me levanto de la cama sobresaltado con el esperado, y sin embargo, infame sonar del despertador.
Hoy es el día en el me pondré a prueba. digamos que lo que haga hoy será la vara de medir mis próximos progresos. Estoy nervioso.

Para el que no sepa lo que es la Bilbao-Bilbao, diré que es la prueba cicloturista decana de españa. Este año consta de 115 km, con tres puertos. Mas información aquí.

Llegamos a bilbao a las 7 y media de la mañana, con una ligera llovizna que nos hacía pensar que nos íbamos a pasar la carrera cantando bajo la lluvia, máxime viendo la granizada que había caído la noche anterior en vitoria, pero enseguida se detuvo y de ahí en adelante hizo un día espléndido.

7:35AM
Tras aparcar el "coche de equipo" y el de apoyo, montamos las bicicletas y nos dispusimos a acercarnos a la salida. La idea era salir un poco antes de tiempo, para poder irnos enganchando a los pelotones que nos fueran adelantando.
La cuestión es que muuucha gente pensó lo mismo que nosotros, y la organización no nos dejó salir, porque ya había grupos que habían salido y estaban haciendo salidas cada 7 minutos. Aún así, Unai tomo la iniciativa de salir por un lateral y enseguida cogimos al pelotón de delante nuestro. 
La ruta comenzaba por el centro de Bilbao, justo debajo de la Torre Iberdrola y al lado del museo Guggenheim. Lo cierto es que esa zona de Bilbao la están dejando preciosa, y daba gusto pasear con el pelotón por el centro de Bilbao. Poco a poco, fuimos siguiendo la ria del Nervión y acercándonos a Erandio. Hasta aquí la cosa fue bien, porque íbamos paseando, calentando poco a poco las piernas. En ese momento nos quedamos un poco descolgados y como hacía viento, Unai decidió que tiráramos para alcanzar al pelotón de delante y así que nos arrastraran un poco, así que tiramos... y yo me quedé atrás. Me estaba siendo imposible alcanzarles, así que Unai se quedó conmigo mientras veíamos que Juanjo se iba adelantando y alejando cada vez mas... Ya no lo volvimos a ver hasta el avituallamiento de Zamudio, a mitad de carrera.

   Unai y yo seguimos a nuestro ritmo, apuntándonos ora con unos ora con otros, intentando ir siempre acompañados y disfrutando de las vistas de Getxo, Sopela, Plentzia... Y aquí es cuando se acabó el paseo.    

   En Plentzia es cuando empezaban las subidas de acercamiento al primer puerto, el de Andraka, y aquí es cuando empecé a sufrir.

   Con 25 km ya en mis carnecillas, empecé a notar que tenía que comer algo y decidí que una de las medialunas con membrillo que me había preparado Unai sería perfecta para recuperarme. Craso error, porque nada mas terminar de desenvolverla, y con el primer bocado en la boca... apareció la primera rampa. Esta cuesta me cogió con la boca llena de comida y se me cerraron las vías respiratorias, así que casi me ahogo por dos partes, por la subida, y por la comida. Tras escupir todo el contenido de mi boca encima de un  compañero, y recibir broncas, risas y bromas varias, terminé a duras penas la rampa, solamente para ver que tras ella había otra mucho peor, así que la ataqué sin haberme recuperado de la primera y sin aire en los pulmones... por lo que no me quedó mas remedio que bajarme de la bici casi llegando al final. Estando arriba me detuve un momento a descansar, junto con otros 4 o 5 compañeros a los que les había pasado lo mismo, (no lo del membrillo, supongo, pero sí lo del aire)... viendo como niños de 10 años me pasaban al lado volando. El caso es que me faltaron 5 metros para encumbrar, y después vi que tras la curva había una rampa de bajada, por lo que probablemente habría podido subir si no fuera por el jodido bocadillo...

   Tras bajar la cuesta y andar otro kilómetro o así, me encontré con Unai, que me estaba esperando mas adelante e un cruce desde el que se veía la impresionante serpiente multicolor de 7500 personas subiendo una cuesta. En ese momento sentí un pinchado en el pecho y un fuerte dolor en el brazo izquierdo y comprendí que, de momento, mas me valía parar un rato...

10:50AM
Tras recuperar un poco, con unos dolores tremendos en el dedo corazón de la mano izquierda, y con la ayuda de Paco y Marijo, llegué al avituallamiento a Zamudio. Aquí comí solo, porque al llegar a distinta hora que estos, me enviaron a una de las dos zonas de avituallamiento y a ellos a la otra. pero al final, tras un par de llamadas de teléfono, me uní al equipo.

   Estuvimos terminando de comer en Zamudio y Juanjo tiró el primero, para no quedarse frió. Al rato salimos Unai y yo, en dirección a Bilbao y a la meta.

   Poco a poco, y sufriendo mucho, fuimos quemando kilómetros y nos fuimos uniendo a pequeños grupos de gente que iba tan quemados como nosotros. Nos juntamos con un grupo de venerables ancianos, que nos dijeron que ya habían hecho la carrera más veces y nos estuvieron relatando sus experiencias. Eso me ayudó a dejar de pensar en el cansancio y me evadió un poco, además de hacer que me echara unas risas y lo pasara bien. Poco a poco veíamos como nos adelantaban cientos y cientos de personas en bici, pero nos sentíamos bien por estar ahí. 

   Otra cosa que me hacía reírme fue que Unai me decía cada 10 kilómetros que nos quedaban 15... me lo dijo tres veces y después de un rato le preguntaba yo a alguien de la organización y me decía... ¡Animo, que solo quedan 15!. Una de dos, o estaba parado, o los kilómetros son muy muy muy largos en Bilbao.
   
   En éstas estábamos cuando entramos en Galdakao. Ya quedaba muy poco para llegar, pero yo creo que esta es la parte que peor llevé. Las bonitas carreteras secundarias se convirtieron en una autovía, donde teníamos que compartir la carretera con los coches, y no es, ciertamente, una buena convivencia. A los nervios y el cansancio de los ciclistas se unía el mal humor y la impaciencia de los conductores, y ésto no es una buena mezcla. Además, en la autovía no había montañas para protegernos del gélido viento que nos ralentizaba y nos congelaba a la vez... Aquí es cuando se veía que realmente había gente que sufría mucho, porque cada vez que Unai trataba de tirar de mi y yo me separaba un poco de su rueda, siempre intentaba entrar alguien para aprovecharse. Incluso a veces miraba para atrás y veía a gente detrás de mi rueda, intentando que les quitara el viento y les arrastrara un poco... ¡Demonios! si yo estaba mal, cómo estarían ellos.
   Y pedaleada a pedaleada, fuimos llegando a Bilbao y comenzamos a subir Begoña... En este punto sucedió una de las cosas mas extrañas, y mas bonitas de toda la travesía. En un momento de subir una rampa bastante dura, y viendo Unai que me costaba grito ¡Ánimo Pedro! y de repente, toda la gente que había a los lados de la carretera empezó a animarme y a gritar mi nombre. Fue un momento entre insólito y excepcional que realmente me subió la moral y consiguió que sacara esa poca fuerza que me quedaba.

   Y finalmente, tras una rampa en forma de curva, enlazamos con el puente sobre el museo Guggenheim y entramos en el centro de bilbao... Y META!!





Y a las 12:59:34, 5 horas de sufrimiento después, estábamos los tres celebrando con nuestro Trofeo en la mano, que, aunque no habíamos conseguido nuestro objetivo principal, si habíamos hecho algo que hace unos años sería impensable, y con el gusanillo de que quizás el año que viene lo conseguiremos 


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