lunes, 17 de febrero de 2014

Ay, la vida!


La vida es un viaje, eso es bien conocido.

Todos nacemos con una pequeña e invisible mochila a nuestras espaldas que comienza a llenarse en cuanto salimos del acogedor útero materno. Al principio se llena de nuevas sensaciones, de caricias, de abrazos, de besos, y quizá de algún pequeño pero emocionante susto al oír un ruido por primera vez o sentir unas manos un poco frías en nuestra sensible piel.  Nuestros padres, abuelos y familiares nos ayudan a ir llenando la talega, nos enseñan a doblar, empaquetar y prácticamente nos la llenan ellos.

Pero pronto comienza a llenarse también de momentos desagradables, como las primeras vacunas, los cólicos, la sensación de despertarse a oscuras en un lugar que no conocemos…

Los primeros años de nuestra vida aprendemos a cargar con nuestra mochila, a acomodárnosla y solemos tenerla siempre abierta, deseosos de llenarla cuanto antes. Todo entra, lo bueno y lo malo, los primeros amores, los primeros desengaños, las broncas de nuestros padres, la felicidad de realizar travesuras con nuestros amigos, los golpes, las caídas, los cumpleaños, los caramelos. Infinitas sensaciones que se van colando en nuestra bolsa. Y nos alegramos, porque nos damos cuenta de que cuanto más pesa, más fuertes nos hacemos, más duros, más recios.

Después notamos que para seguir llenando el zurrón hay que saber hacer hueco. Es cuando aprendemos a discernir lo que nos interesa meter y lo que no, y también lo que queremos sacar de ella y olvidar. Gente que no nos aporta las sensaciones que queremos, asignaturas que odiamos, quizás tonteos con sustancia que nos pueden hacer más daño que beneficio… aprendemos a quedarnos con lo que realmente nos interesa… aunque quizás confundamos lo que realmente necesitamos con aquello que queremos.

Pero a veces, sin darnos cuenta, se nos van introduciendo pequeños pesos, pequeñas piedras que la vida nos va poniendo en el camino y que precisamente por ser minúsculas, y pesadas, se cuelan hasta el fondo del petate y se pierden entre el resto de los objetos.

Y según avanza nuestra vida nos damos cuenta de que el morral comienza a pesarnos cuando se nos presentan desniveles, y, por desgracia, la vida está repleta de baches y cuestas y nos convertimos en Sísifo, obligados a subir pero incapaces de llegar nunca a la cima de la montaña.

Es en este momento cuando comenzamos a buscar esos plomos que llevamos en la bolsa, pero, bien porque están muy profundos, o bien porque no sabemos distinguir lo que realmente nos sobra, se nos hace difícil deshacernos de ellos.

Y es difícil porque, sin darnos cuenta, estos pesos se han entremezclado con aquello que creemos nuestras fortalezas, aquello que se nos ha asegurado que debemos guardar. Estudios, experiencias laborales, decisiones, decisiones, decisiones… Llega en un momento en el que es la mochila la que te arrastra a ti y no tú el que la llevas.

Saber distinguir entre lo que te arrastra y lo que te apoya se convierte en una tarea hercúlea, porque te das cuenta de que corres el peligro de no saber quién eres y sentirte perdido si abandonas lo que crees que es tu yo interior.

Y es que realmente toda la maleta eres tú. Debes comprender que deshacerte de aquello que te arrastra significará irremediablemente deshacerte también de aquello que crees que eres. Es decir, que dejarás de ser tú.

A veces eso es lo que hace falta, dejar de ser tú mismo para convertirte en lo que necesitas ser.
Mirar a tu alrededor y ver como hay cierta gente que lo ha conseguido, y otra que lucha por ello te hace pensar en el cambio, pero cuando las piedras están arraigadas en tu espalda y piensas que al arrancarlas se llevarán consigo tu médula, y el sufrimiento y el dolor que ello comportará, ves imposible el cambio.

Pasos de bebé, dirán algunos, ve soltando peso poco a poco. Crea un nuevo YO mientras te deshaces del antiguo.

Y yo me pregunto, ¿Quién soy? ¿Cuáles son mis piedras y cuáles mis apoyos? ¿Qué es lo que realmente necesito y me aporta?


Rebuscando en mi alforja. ¡ay, la vida!.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Do you wanna leave or do you want to fight NOW?

 Peso: Alrededor de 100 kg..
Glucemia: 147.
Hb Ac1: Sigo sin ir al endocrino, ya han pasado dos años.

Ingesta: Dieta de 2000 kcal.

Es el momento de cambiar objetivos.

    El nombre de este blog hacía referencia al peso que quería alcanzar, pero después de varios años me he dado cuenta de que realmente no tengo que centrarme en el peso, sino en los datos de salud.

   Una vez que haya estabilizado mis datos de Glucemia, colesterol ect, mi cuerpo tenderá a la normalización y a alcanzar el peso que realmente sea sano para mí, sin importar la cifra que refleje la báscula.
  
    Es por ello que me he marcado un objetivo diferente junto con mi íntimo amigo de El duro desafío, que es hacer un Triathlón Sprint en Mayo.

     Según la wikipedia, la definición de Triathlón es la siguente: enlace
 "El triatlón es un deporte individual y de resistencia, que reúne tres disciplinas deportivas: natación, ciclismo y carrera a pie. Se caracteriza por ser uno de los deportes más duros que existen en el panorama competitivo internacional actual. Los deportistas que lo practican mantienen un severo calendario de entrenamientos para poder hacer frente a las exigentes condiciones de las pruebas, tanto físicas como psicológicas."

    Desde luego, yo no voy a comenzar un Triathlón completo con mi forma física, pero sí veo factible el Triathlón Sprint de Bermeo, una prueba consistente en 750 metros a nado, 28 km en bicicleta y 5 kilómetros corriendo, en un tiempo máximo de 4 horas.

    Y esté, si todo va bien, será el primero de otros, pues también se celebran este tipo de pruebas en Deba, Donosti, Vitoria, Zumaia y otras muchas poblaciones de nuestro entorno. Además tenemos, como preparación previa, la Bilbao-Bilbao, en Marzo.

    De momento el entrenamiento que he adoptado es el de preparación para correr los 5 km en menos de 30 min. mediante el seguimiento de la rutina "Couch to 5k"(del sofá a 5000 m),  la natación un día a la semana y la bicicleta los domingos, hasta que el sofo, mi personal trainer, me prepare el entrenamiento personalizado.

   Espero que con esto llegue preparado a mayo, y comienze, por fín, mi camino a la salud.

lunes, 2 de julio de 2012

Cuando las excusas se apoderan de tus decisiones


Soy débil.

 Aunque en ocasiones pueda parecer testarudo, intransigente, terco y obstinado, en el fondo no tengo fuerza de voluntad. Me considero una persona suficientemente cerebral como para saber lo que me conviene, pero eso no significa, necesariamente que tenga ganas de hacerlo.

Se que estoy engordando, que tengo que hacer deporte, incluso lo tengo fácil, porque tengo personal traineer y todo, pero... siempre encuentro excusas para no hacerlo.

Soy débil.

 No me gusta sufrir, no me gusta el dolor. Cuando veo a los deportistas o a esas personas que salen a darlo todo y que les gusta sufrir y se sienten realizadas por ello, tengo sensaciones encontradas dentro de mi cabeza. Por un lado les envidio y me gustaría hacer lo mismo, pero por otro lado, me puede el pequeño momento de dolor y mi mente se rinde.

Tengo un gran amigo que me suele decir que me puede la cabeza. Y es verdad, muchas veces pienso que no puedo con la siguiente pedaleada, o la siguiente serie de carrera, y me paro, me bajo de la bici, o me siento en un banco, pero cuando llego a destino y pienso que ya se ha acabado el entrenamiento, me queda la sensación de que no ha sido para tanto.

Cuando era más joven y subía al monte con mis compañeros de Cruz roja me pasaba lo mismo. Cada cuesta, cada repecho, era una tortura. Me pasaba la mañana refunfuñando y sintiendo lástima por mí, y dolor, y pensaba que nunca compensaba la subida, pero a la noche, en la cama, cuando recordaba el día pasado y las sensaciones vividas, siempre me daba la sensación de que no había sido para tanto.

Entonces... ¿Por qué dejo que las excusas piensen por mí?  ¿Por qué prefiero pasar la mañana leyendo o navegando en vez de buscar media hora para mi salud y mi cuerpo? ¿Por qué me dejo llevar muchas veces y lloro en silencio por mi sobrepeso o por las cosas que no puedo hacer o que no experimentaré, pero no hago nada por remediarlo?

Porque soy débil.

Alguna vez he hecho un test de CI y he sacado cerca de 120 puntos. Cuando era más joven, tenía una gran capacidad de concentración y me podía pasar horas pensando. Ahora me canso y prefiero atontarme viendo la tele o con lecturas ligeras porque si me pongo a pensar, siempre acabo deprimido. No soy capaz de pensar en positivo y siempre me acabo imaginando en un hondo y profundo foso. 
El caso es que cuando hago deporte, me concentro, como le pasa a mucha gente. Cuando tu cuerpo está haciendo algo mecánico, como andar en bicicleta o correr, tu mente tiende a volar y a darle vueltas a las cosas. Pero esto para mí no resulta positivo, porque en lo que yo me concentro es en el pinchazo de tal músculo, o en que no me llega el aire, o en que no alcanzo la velocidad que yo quiero, o en que la siguiente cuesta me va a hacer ahogarme... y entonces me agobio, y pienso en lo peor, y comienzo a darme cuenta de mis limitaciones, o lo que yo creo que son mis limitaciones, y me empiezo a repetir,  no puedo, no puedo, no puedo...

Soy débil.

Lo sé, y cada vez en mas ámbitos de mi vida. Y sé que NECESITO cambiar, y que para ello requiero ayuda... quizás sea demasiado tonto para verla.

lunes, 25 de junio de 2012

Trabajo en horario partido = engordar como un cerdillo

De bajón.

Este trabajo y mi enfermedad no se llevan bien. Es muy difícil controlar el horario de las comidas cuando tu horario te lo administran otros, y cada día es diferente. Unos días estoy a 80 km de mi casa, sin tiempo para comer, otros... me paso el día sentado ante el ordenador... Así es muy difícil hacer dieta!!
Trabajar  en horario partido es el peor enemigo del deporte. Es complicado salir a correr o a andar en bici, cuando sabes que en una hora tienes que volver a trabajar, o cuando llegas a casa a la noche después de 12 horas fuera de casa. Lo único que me apetece es leer un rato, cenar, y acostarme, para dormir, o para lo que sea, pero nunca salir a hacer deporte. Muchos dirán que soy un vago, y que hay que sacrificarse, que el esfuerzo compensa... y yo los respeto, y los veo correr desde mi ventana.

El resultado de esto es que se me ha vuelto a hinchar la tripita, y he ganado alguno de los kilos que perdí con la última dieta de choque. Y no es que haya sido efecto rebote ni nada de esto, es, simplemente, que si no te cuidas, engordas.

Y después está el problema del azúcar. Comer de menú todos los días hace que no puedas elegir exactamente lo que comes. No en todos los sitios hay un Fresco(R) o un buffet de ensaladas. Y no en todos los sitios preparan la pasta para dieta, precisamente. A los restaurantes les conviene que la comida sea grasa y con sabor, para que el cliente se vaya saciado y con la serotonina a tope.

Es esta mezcla de sedentarismo dos días a la semana y mala alimentación tres, hace que el metabolismo no rinda y se acumule todo lo que vas perdiendo.

El azúcar, por las nubes, la tensión a reventar, los triglicéridos saliéndose de todas las escalas... Llegará el día que me visite la parka y la salude diciendo... ¿Dónde coño estabas? llevaba llamándote 6 meses...

viernes, 1 de junio de 2012

Perdiendo el Ánimo


Peso: No lo sé, creo que he bajado de peso, pero no tengo báscula en casa... ni ganas de pasar por la farmacia.
Glucemia: 124.
Hb Ac1: no tengo el dato... en realidad hace casi un año que no me hago la prueba.

Ingesta:

Desayuno: Café solo. Un poco de pan con margarina.

Almuerzo: bitter kas y un sandwich de txaka.

Comida: caparrón con patatas.naranja.

Cena: San jacobo. plátano.


Cada vez estoy más viejo. Cada vez me cuesta más, me da más pereza.
Se supone que a finales de este mes tenía que correr la cicloturista de Miguel Indurain, pero al paso que vamos, no lo haré. El problema principal es que no he entrenado nada. No he salido a correr, y la última vez que salí en bici, hace como un mes, no tuve otra cosa que problemas. Pinché, rompí los camios, se me cerró un freno... en fin, multitud de inconvenientes que minaron mi fuerza y me desanimaron. Luego, la lluvia, el mal tiempo, la mudanza, dos domingos perdidos llevando a mi hermana a coger el avión... excusas baratas para no salir.

Además, mi compañero de bici está a punto de ser padre en estas fechas, y no creo que esté por la labor de salir y que en medio del paseo le llamen por teléfono con la noticia... !!!seguro que se pondría a 65 km/h de media!!!

Otra cuestión en mi contra es que ya no tengo el tiempo que tenía antes para salir a andar. Esto es buena noticia, porque el trabajo es siempre bienvenido, pero ahora no encuentro un rato para salir. Es por ello que me estoy preparando un planning para agosto, e intentaré aprovechar y hacer lo que pueda en vacaciones, aunque el calor de Santa pola... me lo va a poner dificil. Al menos podré hacer largos de piscina y me consuela pensar que la cuesta que va de la playa a mi casa hará que haga ejercicio... Quizás pida una bicicleta prestada y me haga unos kilómetros viendo amanecer... que bonito suena.

lunes, 19 de marzo de 2012

BILBAO-BILBAO Cicloturista. Objetivo 115 km. finalmente.

5 y cuarto de la mañana del domingo 18 de marzo de 2012. Me levanto de la cama sobresaltado con el esperado, y sin embargo, infame sonar del despertador.
Hoy es el día en el me pondré a prueba. digamos que lo que haga hoy será la vara de medir mis próximos progresos. Estoy nervioso.

Para el que no sepa lo que es la Bilbao-Bilbao, diré que es la prueba cicloturista decana de españa. Este año consta de 115 km, con tres puertos. Mas información aquí.

Llegamos a bilbao a las 7 y media de la mañana, con una ligera llovizna que nos hacía pensar que nos íbamos a pasar la carrera cantando bajo la lluvia, máxime viendo la granizada que había caído la noche anterior en vitoria, pero enseguida se detuvo y de ahí en adelante hizo un día espléndido.

7:35AM
Tras aparcar el "coche de equipo" y el de apoyo, montamos las bicicletas y nos dispusimos a acercarnos a la salida. La idea era salir un poco antes de tiempo, para poder irnos enganchando a los pelotones que nos fueran adelantando.
La cuestión es que muuucha gente pensó lo mismo que nosotros, y la organización no nos dejó salir, porque ya había grupos que habían salido y estaban haciendo salidas cada 7 minutos. Aún así, Unai tomo la iniciativa de salir por un lateral y enseguida cogimos al pelotón de delante nuestro. 
La ruta comenzaba por el centro de Bilbao, justo debajo de la Torre Iberdrola y al lado del museo Guggenheim. Lo cierto es que esa zona de Bilbao la están dejando preciosa, y daba gusto pasear con el pelotón por el centro de Bilbao. Poco a poco, fuimos siguiendo la ria del Nervión y acercándonos a Erandio. Hasta aquí la cosa fue bien, porque íbamos paseando, calentando poco a poco las piernas. En ese momento nos quedamos un poco descolgados y como hacía viento, Unai decidió que tiráramos para alcanzar al pelotón de delante y así que nos arrastraran un poco, así que tiramos... y yo me quedé atrás. Me estaba siendo imposible alcanzarles, así que Unai se quedó conmigo mientras veíamos que Juanjo se iba adelantando y alejando cada vez mas... Ya no lo volvimos a ver hasta el avituallamiento de Zamudio, a mitad de carrera.

   Unai y yo seguimos a nuestro ritmo, apuntándonos ora con unos ora con otros, intentando ir siempre acompañados y disfrutando de las vistas de Getxo, Sopela, Plentzia... Y aquí es cuando se acabó el paseo.    

   En Plentzia es cuando empezaban las subidas de acercamiento al primer puerto, el de Andraka, y aquí es cuando empecé a sufrir.

   Con 25 km ya en mis carnecillas, empecé a notar que tenía que comer algo y decidí que una de las medialunas con membrillo que me había preparado Unai sería perfecta para recuperarme. Craso error, porque nada mas terminar de desenvolverla, y con el primer bocado en la boca... apareció la primera rampa. Esta cuesta me cogió con la boca llena de comida y se me cerraron las vías respiratorias, así que casi me ahogo por dos partes, por la subida, y por la comida. Tras escupir todo el contenido de mi boca encima de un  compañero, y recibir broncas, risas y bromas varias, terminé a duras penas la rampa, solamente para ver que tras ella había otra mucho peor, así que la ataqué sin haberme recuperado de la primera y sin aire en los pulmones... por lo que no me quedó mas remedio que bajarme de la bici casi llegando al final. Estando arriba me detuve un momento a descansar, junto con otros 4 o 5 compañeros a los que les había pasado lo mismo, (no lo del membrillo, supongo, pero sí lo del aire)... viendo como niños de 10 años me pasaban al lado volando. El caso es que me faltaron 5 metros para encumbrar, y después vi que tras la curva había una rampa de bajada, por lo que probablemente habría podido subir si no fuera por el jodido bocadillo...

   Tras bajar la cuesta y andar otro kilómetro o así, me encontré con Unai, que me estaba esperando mas adelante e un cruce desde el que se veía la impresionante serpiente multicolor de 7500 personas subiendo una cuesta. En ese momento sentí un pinchado en el pecho y un fuerte dolor en el brazo izquierdo y comprendí que, de momento, mas me valía parar un rato...

10:50AM
Tras recuperar un poco, con unos dolores tremendos en el dedo corazón de la mano izquierda, y con la ayuda de Paco y Marijo, llegué al avituallamiento a Zamudio. Aquí comí solo, porque al llegar a distinta hora que estos, me enviaron a una de las dos zonas de avituallamiento y a ellos a la otra. pero al final, tras un par de llamadas de teléfono, me uní al equipo.

   Estuvimos terminando de comer en Zamudio y Juanjo tiró el primero, para no quedarse frió. Al rato salimos Unai y yo, en dirección a Bilbao y a la meta.

   Poco a poco, y sufriendo mucho, fuimos quemando kilómetros y nos fuimos uniendo a pequeños grupos de gente que iba tan quemados como nosotros. Nos juntamos con un grupo de venerables ancianos, que nos dijeron que ya habían hecho la carrera más veces y nos estuvieron relatando sus experiencias. Eso me ayudó a dejar de pensar en el cansancio y me evadió un poco, además de hacer que me echara unas risas y lo pasara bien. Poco a poco veíamos como nos adelantaban cientos y cientos de personas en bici, pero nos sentíamos bien por estar ahí. 

   Otra cosa que me hacía reírme fue que Unai me decía cada 10 kilómetros que nos quedaban 15... me lo dijo tres veces y después de un rato le preguntaba yo a alguien de la organización y me decía... ¡Animo, que solo quedan 15!. Una de dos, o estaba parado, o los kilómetros son muy muy muy largos en Bilbao.
   
   En éstas estábamos cuando entramos en Galdakao. Ya quedaba muy poco para llegar, pero yo creo que esta es la parte que peor llevé. Las bonitas carreteras secundarias se convirtieron en una autovía, donde teníamos que compartir la carretera con los coches, y no es, ciertamente, una buena convivencia. A los nervios y el cansancio de los ciclistas se unía el mal humor y la impaciencia de los conductores, y ésto no es una buena mezcla. Además, en la autovía no había montañas para protegernos del gélido viento que nos ralentizaba y nos congelaba a la vez... Aquí es cuando se veía que realmente había gente que sufría mucho, porque cada vez que Unai trataba de tirar de mi y yo me separaba un poco de su rueda, siempre intentaba entrar alguien para aprovecharse. Incluso a veces miraba para atrás y veía a gente detrás de mi rueda, intentando que les quitara el viento y les arrastrara un poco... ¡Demonios! si yo estaba mal, cómo estarían ellos.
   Y pedaleada a pedaleada, fuimos llegando a Bilbao y comenzamos a subir Begoña... En este punto sucedió una de las cosas mas extrañas, y mas bonitas de toda la travesía. En un momento de subir una rampa bastante dura, y viendo Unai que me costaba grito ¡Ánimo Pedro! y de repente, toda la gente que había a los lados de la carretera empezó a animarme y a gritar mi nombre. Fue un momento entre insólito y excepcional que realmente me subió la moral y consiguió que sacara esa poca fuerza que me quedaba.

   Y finalmente, tras una rampa en forma de curva, enlazamos con el puente sobre el museo Guggenheim y entramos en el centro de bilbao... Y META!!





Y a las 12:59:34, 5 horas de sufrimiento después, estábamos los tres celebrando con nuestro Trofeo en la mano, que, aunque no habíamos conseguido nuestro objetivo principal, si habíamos hecho algo que hace unos años sería impensable, y con el gusanillo de que quizás el año que viene lo conseguiremos 


jueves, 15 de marzo de 2012

objetivo 100 km.

100 kilómetros. Que barbaridad...

   Cuando, hace ya unos meses, me comentaron la posibilidad de hacer una carrera popular en bici, la Bilbao-Bilbao, me dije que bueno, que un paseito entre amigo nunca viene mal. El problema vino cuando me revelaron que el "paseito" era de 100 km.

  Sentí susto, miedo, terror, pavor y después... horror, pero tras tomarme un par de cubatas, pensé que por qué no, que yo lo valgo y puedo con todo. Inocente criatura.

  El primer fin de semana salí con mi colega a entrenar, y dimos una vuelta andando ligeros (no estamos para mucho mas...), un día, tranquilamente, con la intención de subir gradualmente la intensidad, y cuando terminamos, quedamos en que intentaríamos entrenar cada uno por nuestro lado, que que no podríamos sincronizar nuestros horarios de trabajo.

  Se fehacientemente que él ha entrenado, pero lo que es yo... siempre encuentro excusas. La última es que con el horario del nuevo curro no encuentro tiempo para entrenar... mentiras, todo mentiras.

 El fin de semana pasado me di de cabeza con la dura realidad.

  Esta realidad es que la carrera es éste domingo... y yo estoy peor que nunca. El sábado pasado salimos a andar en bici e hicimos 50 km en aproximadamente 3 horas. Estaría genial, ya que la carrera dura 7 horas, con lo que entraríamos en tiempo, si no fuera porque los músculos de mis piernas despertaron abruptamente del letargo en el que los he tenido durante los últimos 35 años y comenzaron a gritar desesperados. Era tal el dolor que sentía durante la tarde-noche del sábado y el domingo, que comencé a tiritar de manera descontrolada y mi forma de andar era la de un pingüino mareado. Las agujetas me han durado hasta el martes.
 Pero aún viendo que físicamente estoy muy lejos de conseguir desbloquear el reto, y con toda mi familia y mi novia en contra mío, y encarándome a la cruda realidad sujetando con firmeza únicamente el clavo ardiendo que son los ánimos de mi amigo, he comenzado a entrenarme, aunque sea solo la última semana, como si fuera uno de los viejos exámenes de mi época de estudiante.

 De momento he empezado despacio, comenzando con el programa http://www.c25k.com/, con la siguiente rutina http://www.c25k.com/c25k_spanish.htm tres días a la semana y saliendo a andar en bici dos días.

Realmente no creo que sea suficiente... pero no me queda otra que creérmelo y llegar este domingo solo allá hasta donde pueda llegar. Y si es hasta el final y consigo superarme... creo que será el comienzo de algo bueno.